Contar con
una buena autoestima es un elemento básico para la construcción de nuestra felicidad. Hay que tener una
buena opinión de nosotros mismos, creernos capaces y suficientes para sentirnos
felices y en paz.
Las bases de la autoestima se construyen
durante la infancia y en ella, los niños van a percibir una visión de sí
mismos en función de lo que perciben de sus padres y en el entorno que los
rodea. Una autoestima deficiente va a tener consecuencias en todos los planos
de la vida del niño. Su vida familiar, escolar, social e íntima se van a ver
afectadas.
Por ello, es
fundamental trabajarla desde que son pequeños. Hacer que
se sientan queridos, valorados, comprendidos y escuchados va a ser determinante
para un desarrollo positivo de nuestros hijos.
- Jugando al bingo
de las emociones para trabajar la identificación mediante situaciones
cotidianas.
- Realizar un listado con frases positivas o imágenes que sean significantes para ellos. Las introduciremos en un tarro que guardarán y podrán recurrir cuando necesiten un subidón de ánimo.
-
Autorretrato es un juego creativo para trabajar la autoestima es el
autorretrato. Consiste en pedirle al niño que se dibuje a sí mismo y que
destaque en el dibujo sus cualidades positivas, aquellas cosas que le gusten de
sí mismo; pueden ser cosas de su aspecto físico, pero intentaremos animarle a
que hable también de cosas sobre su forma de ser.
También puede añadir las cosas que le gusta hacer, como forma de potenciar su autoconocimiento. Podemos también reflexionar con él sobre aquellas cosas que le gustaría cambiar o mejorar. A través del dibujo intentaremos ayudarle a construir una imagen positiva y sana de sí mismo. Se recomienda utilizar a partir de los seis o siete años del niño.
- Se llama "Las huellas digitales”, y resulta ideal para hacer ya desde edades tempranas, hacia los cuatro o cinco años. Tan solo se necesita una hoja de papel, o cartulina y un poco de tinta para sellos. Le pediremos al niño que coloque su mano en la tinta para sello, y después que la ponga sobre la hoja blanca.
Las manos quedarán marcadas sobre el papel. Después,
podemos hacer lo mismo nosotros, y explicarle a nuestro hijo que, igual que las huellas de cada uno son diferentes,
también lo somos cada uno de nosotros. Y que solo por eso ya somos especiales y
únicos. Más que un juego, es una sencilla actividad que puede hacer que tus
hijos se sientan valorados de forma individual, y que además puede resultar
útil para trabajar los celos entre hermanos.
Me parece muy interesante!
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